Amazonía, sombras y luces

Róger Rumrrill, el reconocido investigador y periodista presenta Amazonía, sombras y luces, un libro de ensayos donde analiza la situación de la selva peruana y el papel del Estado en sus avances y dificultades. Valioso aporte.

En el plan curricular vigente para la Amazonía, aunque parezca descabellado, los niños están obligados a aprender qué es una princesa nórdica. La realidad y el saber amazónico se han dejado de lado para dar paso a un conocimiento occidental que dista mucho de comprender la realidad de estos niños.

Al respecto, Roger Rumrrill ha escrito Amazonía, sombras y luces, un libro en donde analiza en cinco ensayos todas las disociaciones que existen entre el saber amazónico y el pensamiento occidental. En ese sentido, para el investigador “la modernidad es analfabeta porque no sabe leer el libro de la naturaleza. No entiende nada de ella y es necesario que vuelva a leerla”.

“Si a los ministros les toman un examen de conocimientos indígenas probablemente los ‘jalan’, entonces por qué van a obligar a los niños a aprender ese tipo de conocimientos que no son necesarios en su cultura”, reflexiona Rumrrill.

La incomprensión de ambos mundos no solo se traduce en aquel pequeño ejemplo. Existen otros muchos como el que cuenta Rumrrill sobre la vez que los colonos decían que los indígenas eran ignorantes porque les advertían que no podían cortar un árbol en la luna verde debido a que se pudre y lo hicieron. Sin embargo, las ramas, efectivamente, terminaban por pudrirse.

“No podemos prescindir de los conocimientos milenarios de los pueblos indígenas. Para un desarrollo sostenible de la Amazonía hay que fusionar la tecnología y el saber indígena. Eso es lo que muchos científicos llaman ‘tecnocultura amazónica’”, señala.

Y aunque existen intentos por parte de la ciencia de entender la cosmovisión amazónica, no son suficientes. No hasta que el propio Estado comprenda que el derecho de los pueblos indígenas no debe de ser letra muerta y asuma el rol protector que le corresponde.

“El día de la inauguración de un foro internacional, el viceministro de interculturalidad del Ministerio de Cultura, Alfredo Luna, hizo referencia a que el Estado se estaba preocupando por la Amazonía con la nueva ley de Lenguas Originarias y, en ese sentido, estábamos avanzando. Pero mientras Luna celebraba la aprobación, el mismo gobierno de Kuczynski se negaba a aceptar la consulta previa antes de firmar un nuevo contrato petrolero del lote 192 por 30 años”, denuncia el estudioso.

“El lugar ha sido explotado por cuatro décadas, provocando un verdadero desastre ambiental. Por eso que los apus de las cuatro cuencas: Pastaza, Morona, Tigre y Corrientes, han dado al gobierno un plazo de 20 días que está por cumplirse. Si no hay consulta, no hay petróleo”, sentencia Rumrrill.

Pero el problema no es tan simple de solucionar. Para Rumrrill, los peruanos tenemos una deuda histórica con la Amazonía que es ocasionada por la disociación entre el Estado y nación. Mientras que la nación es multiétnica, y multicultural, el Estado es colonial y monocultural. Por lo tanto, se hace “necesaria una profunda reforma del Estado para acercarlo a la nación”.

“Creí que con miras al Bicentenario iban a haber programas de refundación, pero no hay nada de eso. Lo que ha anunciado el presidente son fiestas, eventos, en fin...cosas muy formales, pero nada de fondo. Tengo la terrible impresión de que si no se produce un cambio profundo, el Perú va a ser un país inviable en el siglo XXI”, asevera.

Ahora bien, el Estado no ha sido el único incapaz de leer el libro de la naturaleza. Los propios ciudadanos de la Amazonía están dando la espalda a la selva.

“Los hábitos y costumbres de los pobladores han contribuido a la destrucción del medio. Un ejemplo es Iquitos, donde las puertas principales de las casas dan a la carretera, mientras que el baño y la basura dan al lago Yarinacocha, contaminando el agua. Es decir, las casas miran a la urbanización y a la naturaleza le dan la espalda”.

En suma, para el escritor, es más que necesario volver a leer el libro de la naturaleza, mirarla de frente, escuchar sus necesidades y mejorar sus condiciones por ser este un punto estratégico. 

Redacción LR